marzo 20, 2006

entre lloviznas y tormentas

A propósito de un poema de Lety me doy cuenta como para mí el agua tiene connotaciones encontradas, puede ser llovizna que refresca, que despierta alegres nostalgias (por contradictorio que suene), que nos enjuague la memoria y borre las tristezas; por otra parte, en ocasiones, se convierte en la tormenta que nos hace temer, que deslava la tierra y el ánimo.

Una de las canciones de Silvio Rodríguez me recuerda este sabor agridulce de las relaciones, esa extraña sensación que tenemos, cuando nos quedamos atados a una mirada o al deseo de una boca...

Llueve otra vez

Llueve otra vez detrás de mis frontales
entre oreja y oreja nubes bajas,
oscuras como cajas,
se disfrazan de fieros animales.

Una mujer que he visto cuatro veces
con los ojos comunes de nosotros,
cuatro mil con los otros,
con los de padecer horas y meses.

Llueve otra vez
donde no hay más conmigo
que fieros animales,
que tiernos enemigos.

Llueve otra vez
detrás de mis frontales
o campo sin abrigo,
o calles sin portales.

Llueve también que el fin de la semana,
en vez de ser domingo en mi cabeza,
es sólo la tristeza
helándome el cerebro y la mañana.

Una mujer que nunca me provoca
me ha condenado a lluvias sin motivo
y desde entonces vivo
ahogado en el deseo de su boca.

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