La lluvia provoca, la lluvia envuelve y a cada uno lo moja distinto; encuentro placer en las tardes de lluvia, antes me gustaba caminar bajo el agua, sentirla resbalar sobre mi cabello, empapar mi ropa y volver a casa sintiendo con cada uno de mis poros; ahora me basta con mirar a través de la ventana el agua caer, observar cómo el aire la mueve junto con los árboles, escuchar al viento entre las casas... hay un cierto sabor agridulce en las tardes de lluvia.
A veces no entiendo por qué disfruto tanto la nostalgia, vive pegada a mí, se mete hasta mis huesos; creo que una definición cercana de mí podría ser justamente "una tarde de lluvia." No suelo vivir anclada al pasado, no me gustan los fantasmas, así que de tanto en tanto hago limpieza y los expulso; lo que sí llevo de manera permanente son mis recuerdos y mis demonios.
Hoy nos unió un pensamiento, tu mirada y la mía a través de la ventana viendo la lluvia caer: para ti, un exorcismo de lo que fue tu vida hasta hace dos semanas; para mí, la certeza de que aún estás aquí, pero sólo como parte de la bolsa de recuerdos que llevo al hombro.
Escribo hoy por lo que algún día fue, por lo que pudo ser y porque hoy nuestros caminos llevan destinos diferentes...
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