Ante tu petición me quedo sin palabras, llevo días golpeando las teclas sin saber a dónde ir y, por supuesto, siempre llego a ninguna parte.
Hace tiempo sellé mis labios y mis dedos, hace años me prohibí las preguntas (las más sin respuesta) y las confesiones para ti, hasta que olvidé cómo hacerlas.
Me siento frente al monitor, escribo frases, las borro... Entre lo que mataste y lo que maté, entre lo que olvidaste y lo que me empeñé en no recordar, entre los muros que derribaste en los últimos años sin mí y los que construi sin ti, no sé si quede algo.
Y aunque aún me dé por extrañarte con fiereza, de vez en vez; ahora la tarea es tuya, te cedo las palabras, los inicios...
parece que a mí, ya se me acabó la imaginación.
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