abril 04, 2006

Ladrón de recuerdos

Se me ha olvidado ya el lugar de donde vengo
y puede que no exista el sitio adonde voy.

Joaquín Sabina

Me dicen que es un mentiroso, pero yo aún le creo. Fabián tiene extraños hábitos, pero a mí me hace feliz. Lo conocí en una reunión, entre amigos, contando historias.

A él le preocupa la gente; bueno, no la gente precisamente, observarla, escucharla. Siempre está rodeado de personas, huye de la soledad. He llegado a pensar que su energía proviene, justamente del contacto humano, de las charlas de café, de las confidencias y secretos que llegan a él.

No me lo pregunto con frecuencia. ¿Qué me atrajo de él? El contraste: yo amo la soledad, él adora las muchedumbres. Claro que no sólo es eso, también me atrapó su conversación, sus anécdotas, sus historias.

Una a una, suele contarlas; si juntas todo lo que ha vivido, su vida sola no da para tanto, no, no es un mentiroso compulsivo, lo suyo es otra cosa. Lo descubrí por azar cuando escuché en su voz una anécdota de mi infancia; en su boca adquirió otras dimensiones, se transformó, ya no era mía, ya no era yo, se apropio de ese recuerdo solo, se trasladó hasta su origen y lo tomó. Mi vivencia se convirtió en suya y le ajustaba muy bien, no es que mienta, es que su vida es muchas.

Es curioso, últimamente la memoria me falla con frecuencia, parece que mis recuerdos están dispuestos a escapar, ¿sabes? Se han ido volando uno a uno, cada noche en cada conversación con Fabián; en su lugar, hay una llama encendida que ocupa cada vez más espacio: mi vida a su lado, el presente, sólo eso.

Lo que temo es que cuando me olvide por completo de quién fui, cuando termine de contarle mi historia, él desaparecerá también e irá a la caza de otros recuerdos.

No hay comentarios.: