enero 16, 2006

hablando de regalos

Recuerdo mi infancia con delicia, en particular, la época navideña era de las más esperadas; además de vacaciones, posadas y celebraciones, había regalos: Navidad, Santa Claus, Reyes y cumpleaños.

Me gustan los regalos, no sólo recibirlos, también darlos; por eso, siempre es un dilema elegir qué regalar, me resulta indispensable que el obsequio me guste a mí, tanto como al que lo recibe.

Este año hice pocos regalos, con gusto; recibí muchos que me encantaron: algunos libros Foto grafía, entre ellos, un libro hermoso que acaba de editar Fundación Televisa; discos de Charlie García; un par de películas del Circo del sol; antifaces cubanos y una máscara del Santo para mi colección; una bolsa muy adecuada para mi estilo; un calcetín para mi celular (je, sé que no tiene pies, pero no sé como llamar al estuchito); un par de muñecos de peluche y algo de ropa... como verán no hay queja.

Entre todos estos, hay un regalo que no esperaba, llegará en un par de semanas a casa y requiere de trabajo previo, pero vale la pena. Mi madre decidió, creo que junto con algunos de mis hermanos, darme la tan preciada biblioteca de mi padre, con todo y los muebles de lo que fue su despacho.

Ese regalo que representa para mí, no sólo la infancia, sino la vida entera, también marca el fin definitivo de todo aquello que le perteneció a mi padre, de su espacio personal en esa casa. No tengo palabras para agradecerlo, no pensé que mi madre se decidiera a soltar ese trozo de vida... Por supuesto, la faena es dura, no por el trabajo, sino por ese dolorcito que se genera de derrumbar un mundo; mi mamá, mis hermanos mayores, algunos de mis sobrinos y yo pasamos horas sentados el sábado, rescatando memorias y recuerdos entre el polvo de los libros.

A partir de que cada libro y cada mueble se transforme en parte de mi hogar, emprendo una nueva etapa, es cierto, se me fue parte del alma cuando mi padre murió, se fue el primer hombre con el que pude compartir mundos, sueños, locuras y alientos, pronto tendré a mano un abrigo a su ausencia...

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