Cleo a veces me hace rabiar, pero soy incapaz de resistirme ante su mirada; suele calentarme los pies durante la noche y de cuando en cuando le da por despertarme a besos.
Cada tarde sin fallar, sin importar que tan mal haya ido el día, la encontraré en la ventana, esperándome, dispuesta a saltar a mi encuentro.
Día a día me recibe como si tuviera meses de no verme, como si yo fuera lo único que existe en el mundo...
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