septiembre 11, 2005

De la fidelidad

Hace un par de días platicando con una amiga, me reiteraba su desconcierto por mi extraña visión en las relaciones de pareja; no puedo evitarlo, mi principio básico de fidelidad es la discreción, dicho de otra forma “no vengas a contarme lo que haces, que prometo no contarte lo que yo hago.” Nadie como Joaquín Sabina para ilustrarlo:

Y sin embargo

De sobra sabes que eres la primera
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera, por ti la vida entera
Y sin embargo un rato cada día,
ya ves, te engañaría con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.
Mitad arrepentido y encantado
de haberme conocido lo confieso
tú que tanto has besado
tú que tanto me has enseñado.
Sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos que no has dado,
los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una embajada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto sin luz y vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando,
y sin embargo cuando duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado.
Y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amarguras,
que empaña, sin mancharla, tu hermosura.

No debería contarlo y sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra amor, nunca contigo,
bien sabes lo que digo
Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y me envenenan los besos que voy dando,
y sin embargo cuando duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado.
Y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amarguras,
que empaña, sin mancharla, tu hermosura.

Y cuando duermes hay fiesta en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas.
Pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes, al café del desayuno,
vuelve la guerra fría,
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio el pan de cada día.


Al final, se trata del tiempo en que estás con el otro; el resto, no existe.

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