agosto 24, 2005

Reseña gráfica de cuerpo no presente

¿Recuerdan el anuncio que hice el 2 de agosto de la presentación de Falso tratado del amor no cortés? Bien, pues se llevo a cabo el jueves 11 de agosto como estaba previsto, sin mi presencia; por supuesto que ésta no era indispensable: ni escribí el libro, ni lo edité. El mencionado día me encontré atrapada por la lluvia, en la hermana república de Nicolás Romero, Estado de México, donde habito... a las 7:00 de la tarde desistí de todo intento por llegar a la colonia Roma, en el Distrito Federal.

Por supuesto, no fue suficiente mi frustración por no ir, al día siguiente me tocó vivir el escarnio público, la acusación abierta de los que sí asistieron; además del regocijo con el que narraron la experiencia.

El martes, Francisco publicó en su blog una breve reseña del evento, digna del libro y de su autor; hoy, Leoncio llevó las pruebas de que ahí estuvieron, fotografías fieles que dan cuenta de lo ocurrido ese día.

Así que mi ego no pudo más, elegí tres fotos y me dispuse a realizar mi reseña del evento; caprichos que tiene uno de revivir lo que no vivió, pero se enteró por diversas bocas, observó con múltiples ojos y escuchó con más de un par de orejas.

Doy paso a mi narración, no sin antes decir que cualquier parecido con la realidad tal vez sea una coincidencia, pero lleva dedicatoria especial y de gran cariño para Valdemar:

A las 7:30 de la noche, Valdemar se encontraba completamente solo en la Casa tomada, pensando que iba a tener que tomarse solito no sólo la casa, sino las bebidas espirituosas que amenizarían la presentación... cerca de las 8 llegó Marina Martínez Andrade, presentadora del libro y maestra de los que pasamos por las aulas de la UAM-I. Poco a poco fueron llegando los invitados, el resto de los presentadores, pero... momento, no había qué presentar, pues en aras de conservar la tinta y el papel a salvo de la lluvia, Valdemar encargó los libros.

Para hacerla de emoción, Leoncio espero a que hubiera más asistentes e hizo su entrada triunfal pasada por agua, con libros casi ahogados.

Según cuentan las malas lenguas, Marina no emocionó mucho al auditorio, que esperaba menos explicación y más acción; pero contextualizó, como sólo ella hubiera podido, el amor cortés, trató al poemaria con la seriedad que ameritaba y todo el rigor que la caracteriza.

Posteriormente, Alejandro Higashi hizo algunas observaciones y críticas a las letras del buen Valdemar, quien por supuesto -por lo menos eso dice- las acepta como buen discípulo.

Para cerrar con broche muy brillante, Ramón Córdoba -amigo, maestro e iniciador en el oficio de la edición de una servidora y de dos o tres más del equipo editorial- hizo su parte, con todo y ofrenda a los dioses. Cabe destacar que ahora que lo veo, noto cómo los años no pasan en balde, cuando tomé clases por primera vez con Ramón, su cabello era negro y más abundante...






Como se puede ver Valdemar, tan precavido, se llevó a medio equipo editorial de Educación Básica, incluidos dibujante y corrector de estilo, por si hacía falta meter mano en los libros; claro que después de las bebidas, no estoy segura de lo que hubiera resultado.










Finalmente, el autor recibió el abrazo más sincero de la noche, el de Sofía (y que conste que no dije que haya sido el único sincero, con eso de que de repente "los cuatro sentidos" hacen de las suyas, más vale aclarar).

Valdemar es orgulloso papá, buen amigo, novel editor y gran creativo -tanto en las letras como en la imagen-.

Sólo tengo un detalle más que agregar y que espero que sea escuchado por el aclamado autor del poemario presentado: ¡Qué se repita!, ¡qué se repita! Y juro por todos mis demonios más queridos que voy, pase lo que pase...












A manera de corolario, transcribo un cuarteto:

1. De la ingenuidad

Mi discurso rechaza estas opciones:
ausencia, fálico, lúbrico, urbano,
ceniza, caracola, cortesano...
Palabras que demandan abluciones.

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