julio 18, 2005

Siguiendo con mi banda sonora...

En esta especie de rescate musical que he estado haciendo no puedo dejar de mencionar a Enrique Quezadas; lo conocí hace unos seis años, cuando gracias a un amigo en común, asistí a uno de sus conciertos; después me volví asistente frecuente de sus presentaciones. Hace un par de años que lo sigo sin asistir a sus eventos.

Enrique tiene una concepción del mundo muy particular, sus canciones tienen distintos sabores, en algunas existe un tono agridulce, un humor ácido; yo encuentro cierta fascinación por las letras románticas, que no son nada convencionales. Para muestra, una canción:

El enterrador

En una tarde lúgubre y lluviosa,
entre los llantos viejos de un panteón,
con una pala entre las alas rotas
echaba tierra a un moribundo amor.

Cerca de aquel dolor ella lloraba un muerto,
fue como ver a dios rezando el padre nuestro,
llevé mi corazón a verla existir,
se le quemaba el pecho de tanto sentir.

Traté de consolarla diciendo tontadas,
como sé positiva y otras gringadas;
total que terminé diciendo la verdad:
como entras por mis ojos que amor tan visual.

No defiendo purezas ni hago excomuniones
sólo muero a lo viejo en mis canciones,
es algo terrenal ser un poco animal
dios te libre de mí mujer moral.

Me harás un desayuno y te veré las piernas
y tú estarás feliz de mis miradas tiernas,
te encontraré dormida y te haré el amor
y cuando te despiertes me dormiré yo.

Traté de consolarla diciendo tontadas,
como sé positiva y otras gringadas;
total que terminé diciendo la verdad:
dios te libre de mí mujer moral.

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