julio 06, 2005

Ser editora II

La travesura de los carteles de Alejandro parece la de un chamaco:monos y letras chuecas, berrinchudas.Los carteles de Maga no tienen buenos modales y ahí está su encanto.

Leonel Sagahón




En mi trabajo como editora he encontrado a excelentes colaboradores, algunos con el tiempo se han convertido en grandes amigos; sin descontar, por supuesto, los grandes amigos que se han convertido en colaboradores de confianza.

Es curioso, este asunto de la edición implica no sólo trabajar con el lenguaje, aunque éste sea la base del libro; se termina conociendo un poco de cada tema de cada libro, también aprende sobre diseño e ilustración, sobre formación de libros, negativos, papel, impresión y ventas...

No todas las tareas se disfrutan igual, evidentemente lo mío es el lenguaje, amo las letras; pero también amo la imagen, lograr una buena combinación visual y de contenido, crear un concepto gráfico no es sencillo, y aquí es donde entra el talento y la creatividad tanto de diseñadores como de ilustradores.


Entre estos seres -que a veces se me antojan imaginarios- tuve la fortuna de conocer a Alejandro Magallanes hace un par de años, gracias a un amigo en común. En realidad no fue sino hasta hace unos meses que empecé a tratarlo personalmente, pero ya me había atrapado con su trabajo.

Es increíble intentar relacionar su experiencia con su persona y su obra; asombra ver la cantidad de sitios en los que ha expuesto (Polonia, Japón, Hungría, Argentina, China, Holanda, Francia, Venezuela, Eslovenia, Rusia y Croacia, entre otros), saber que ha ganado premios como la medalla Jozef Mozrack en la XV Bienal Internacional de Cartel en Varsovia; el premio Golden Bee en la Bienal de diseño gráfico en Rusia y la Medalla de Bronce en la Bienal 4th Block de carteles por la ecología en Ukrania, por poner algunos ejemplos; y colocar todo esto frente a su sencillez y lo atrevido de sus imágenes y carteles.

Hoy quise mostrar un poco de su trabajo, porque me alegra tener a mi alrededor gente amante de la vida, de sí y de su trabajo, porque yo tengo la suerte de hacer lo que me gusta y divertirme con ello; así que cuando uno se topa con gente como Alejandro, no puede menos que alegrarse y disfrutar, tanto del trabajo conjunto, como de su persona y de amenas charlas de café...


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