junio 08, 2005

Un tango y una taza de café

La intención de este espacio es la charla, por lo tanto, cederé la palabra a mi buen amigo Víctor:

Ene cafés y tangos he compartido con todos ustedes. A veces no. Ahora que Aurea virtualmente invita, hay uno que he olvidado, y justo hoy venía leyéndolo. No importa que la mesa de los sueños, Jorge, Manuel, Joel, Luis, Jaime Alfonso, espere cada tanto. A veces no. Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé.

Chau.

Víctor

DROGAS

De mesa en mesa, acompañado o solo,
frecuentador de sillas y de cuartos,
este café que tomo es como un gesto
de aceptación que adquiero día a día,
es la vieja costumbre que me ha impuesto
mi ciudad, mi trabajo, mi fastidio,
es mi droga común, es mi cansancio,
pero insisto en su práctica, en su sorbo
para rodear con algo esas palabras
que hablo con otros o conmigo mismo.
Este café que tomo es como el asco,
este café que tomo es como el miedo,
este café no es como el pan o el vino,
como la sopa diaria que me nutre;
es una forma de quemar el cuerpo,
de frecuentar una necesidad
que no es imprescindible, que me irrita,
pero que ayuda a soportar el peso
lento, lentísimo de algunas horas.
Este café que bebo es como el odio.

Osvaldo Rossler

En "3 de Buenos Aires", Editorial Pleamar, Buenos Aires, 1969, p. 87.

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