Por supuesto, no fue suficiente mi frustración por no ir, al día siguiente me tocó vivir el escarnio público, la acusación abierta de los que sí asistieron; además del regocijo con el que narraron la experiencia.
El martes, Francisco publicó en su blog una breve reseña del evento, digna del libro y de su autor; hoy, Leoncio llevó las pruebas de que ahí estuvieron, fotografías fieles que dan cuenta de lo ocurrido ese día.
Así que mi ego no pudo más, elegí tres fotos y me dispuse a realizar mi reseña del evento; caprichos que tiene uno de revivir lo que no vivió, pero se enteró por diversas bocas, observó con múltiples ojos y escuchó con más de un par de orejas.
Doy paso a mi narración, no sin antes decir que cualquier parecido con la realidad tal vez sea una coincidencia, pero lleva dedicatoria especial y de gran cariño para Valdemar:
A las 7:30 de la noche, Valdemar se encontraba completamente solo en la Casa tomada, pensando que iba a tener que tomarse solito no sólo la casa, sino las bebidas espirituosas que amenizarían la presentación... cerca de las 8 llegó Marina Martínez Andrade, presentadora del libro y maestra de los que pasamos por las aulas de la UAM-I. Poco a poco fueron llegando los invitados, el resto de los presentadores, pero... momento, no había qué presentar, pues en aras de conservar la tinta y el papel a salvo de la lluvia, Valdemar encargó los libros.
Para hacerla de emoción, Leoncio espero a que hubiera más asistentes e hizo su entrada triunfal pasada por agua, con libros casi ahogados.
Según cuentan las malas lenguas, Marina no emocionó mucho al auditorio, que esperaba menos explicación y más acción; pero contextualizó, como sólo ella hubiera podido, el amor cortés, trató al poemaria con la seriedad que ameritaba y todo el rigor que la caracteriza.
Posteriormente, Alejandro Higashi hizo algunas observaciones y críticas a las letras del buen Valdemar, quien por supuesto -por lo menos eso dice- las acepta como buen discípulo.



Valdemar es orgulloso papá, buen amigo, novel editor y gran creativo -tanto en las letras como en la imagen-.
Sólo tengo un detalle más que agregar y que espero que sea escuchado por el aclamado autor del poemario presentado: ¡Qué se repita!, ¡qué se repita! Y juro por todos mis demonios más queridos que voy, pase lo que pase...
A manera de corolario, transcribo un cuarteto:
1. De la ingenuidad
Mi discurso rechaza estas opciones:
ausencia, fálico, lúbrico, urbano,
ceniza, caracola, cortesano...
Palabras que demandan abluciones.
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