febrero 03, 2008

Accidentes cotidianos

-Me he tragado una canción.
-¿Cómo?
-Cof, cof; me he tragado una canción.
-Te advertí que tuvieras cuidado, revolotean sin parar en este lugar. ¿Un poco de agua?
-Cof, cof... Gracias, tuve que tragarla, no pude escupirla a tiempo; sentí su cosquilleo en la garganta y era demasiado tarde, así que la tragué.
-¿Por lo menos era dulce?
-No, era amarga, aguda... triste; de esas que se cuelan hasta el punto de hacerte llorar.
-¿Te encuentras bien?
-Con un vodka estaré mejor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Las canciones tristes son las peores... se te atragantan antes de llegar al estómago, en un interminable nudo...

Me gustó tu texto, cortito, pero me gustó.

Anónimo dijo...

Para que una canción resulte triste y amarga y consiga hacerte llorar, tiene que ser una canción muy buena...
Ásí que... todo será cuestión de buscarle el lado positivo al asunto y pensar que, al menos, la canción que se tragó tu protagonista lo era... ;)

Un besote!

flor dijo...

¿Sabés a qué cuento me hizo acordar el tuyo? A CARTA A UNA SEÑORITA DE PARÍS, de Cortázar. Tiene un argumento inicial bastante parecido, ¿no creés? Digamos, haciendo un esfuerzo de libre asociación claro ;)

Me gustó mucho. Siempre que vengo y leo algo que escribiste (me pasa también con Synn)... me digo, ¡qué prodigiosa imaginación tienen estas chicas! Admirable.

Te abrazo, amiga :)

Antonio Ruiz Bonilla dijo...

La vieja excusa de tragarse una canción para beberse un vodka. Mi padre cuando se resfría le echa coñac a la leche y se toma una aspirina, según él, mano de santo.
Un saludo y espero que puedas visitarme.