mayo 06, 2006

La muerte se empeña en perseguirme y no entiendo el mensaje. El viernes recibí la noticia y lo negué hasta hoy por la mañana, Alicia Olay murió; fingí que no tenía importancia hasta que un resorte interno me impulsó a llamar para saber a qué hora la sepultarían.

No llegué a tiempo, de alguna manera propicié mi retraso; cuando me estacioné sólo quedaban sus hijos y algunos familiares cercanos junto a la tumba; mi hermano y mi madre estaban por irse en el camión del cortejo, al verme, bajaron de él.

Ver a los muchachos presionó el botón de la memoria, fueron muchos años junto a ellos, así que en cierta medida fueron una extensión de mi familia. El grupo scout al que pertenecí desde los cuatro años marcó mi infancia y adolescencia, durante catorce años convivimos cada semana. Ignacio Maldonado y Alicia Olay fungían como jefes de grupo desde antes que yo llegara y hasta la semana pasada.

No sé que pasó, no pregunté, hace un par de semanas me crucé con ella en la calle y sólo la saludé. Hace años que no vivo en casa de mis padres, desde que mi padre murió mis ausencias son más largas y me he desprendido poco a poco de aquellas calles.


Pero el sentimiento está ahí, en mi silencio y llanto de hoy, en los abrazos cariñosos que parecían consolarme a mí, en lugar de que yo los consolara; hermanos mayores a quienes tenía años de no frecuentar, no sé que ha sido de sus vidas, pero sé que sus vidas están marcadas a partir de hoy con la ausencia de quien, durante las juntas de los sábados y en los campamentos se convirtió en mi tutora y protectora.

Ella entendió mi forma de ser y me dio libertad por encima de las reglas propias del escultismo; mi intermitencia e inconstancia no fueron factor para que me limitara o me hiciera a un lado. El grupo scout 221 estuvo ahí siempre que quise, me fui durante años y regresé sin que hubiera un reproche de su parte; su casa tuvo las puertas abiertas para mí siempre.

Licha se fue y me importa, me duele que no esté, aunque hace años no hablábamos. Ella fue parte importante de mi vida, puso su granito de arena para que yo tuviera una infancia feliz.

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