febrero 03, 2006

un lugar para mí

Extraño mi sillón, aún no sé por qué me deshice de él; después de dos meses de jugar al gitano me urgía llegar a casa y la mudanza rápida implicaba vender, dejar, abandonar, tirar, olvidar...

A veces quiero correr, tengo un secreto deseo de escapar, pero no hay a dónde ir. ¿Por qué abandoné mi sillón amarillo? Bastaba levantar los pies, que dejaran de tocar el suelo, para sentirme a salvo; era mi lugar para leer, para escuchar música, para imaginar, para llorar, para guardar secretos.

Cuando la nube había pasado, cuando me había empapado de nostalgia, de historias, de consuelo, de sueños, bajaba los pies y me reintegraba al mundo.

¿Alguien tiene un sillón amarillo? Espero tener pronto uno nuevo, tal vez negro o azul, para acurrucarme entre sus brazos.

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