Hay días en que no puedo tocarlo, se desvanece en sus nostalgias, se pierde entre quimeras, huye tras el humo de su cigarro. Permanece inmóvil, lejano, ausente...
A veces me pregunto cuál será la mejor forma de llegar hasta su centro, pero otras tantas, quisiera cerrar la puerta tras de mí, para no hundirme en su soledad.
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